«Drive my car»: un Murakami esencial
Ryûsuke Hamaguchi dirige Drive my car, una película acerca de la pérdida y del reencuentro con uno mismo. Basada en el cuento homónimo de Haruki Murakami, la película nos propone una especie de road movie en la que son importantes tanto el viaje como las paradas. Estreno el 4 de febrero de 2022 en cines y el 11 de febrero en Filmin.
Sinopsis de ‘Drive my car’
Yusuke Kafuku, actor y director de teatro, aún incapaz de lidiar con su pasado, acepta dirigir Tío Vania en un festival de teatro en Hiroshima. Allí conoce a Misaki, una joven introvertida que será su chófer. En sus idas y venidas comienzan a surgir las confesiones y a desvelarse los secretos de sus misteriosas vidas. (Filmin)
Puro Murakami en imágenes
Drive my car retrata la liberación de un nudo interior presente en el corazón del personaje protagonista. Así de simple y complicado a la vez. La temática, presente en toda la obra de Haruki Murakami, impregna la película, deja una impronta que alude, que remite al escritor japonés constantemente
Y es que Yusuke Kafuku (Hidetoshi Nishijima) es un personaje murakamiano. Su conflicto interior, su reacción frente a los problemas y su resignación casi apática a ciertos conflictos recuerda, por ejemplo a Toru Okada, protagonista de la novela Crónica del pájaro que da cuerda al mundo. Como decía, puro Murakami.
No nos hemos de olvidar, tampoco, del personaje femenino de la película, Misaki (Toko Miura). Su comportamiento, la profundidad de su ser, atraviesan la pantalla y, tal como pasa cuando uno lee el relato de Murakami, siente una extraña atracción hacia su forma de actuar y de relacionarse con el protagonista.
Un viaje interno y externo
Drive my car transita de manera magistral por el siempre tortuoso terreno de la adaptación. El director Ryûsuke Hamaguchi consigue crear una obra con voz propia a partir del cuento homónimo de Murakami, incluido en Hombres sin mujeres.
Con el material literario de base, la película construye una narrativa sin flashbacks, cronológica. De esta manera vemos la evolución natural de los personajes, su transformación constante en una huida hacia delante.
La película siempre tiene presente al coche, un Saab 900 que sirve como vínculo entre Kafuku y Misaki. Precisamente este vehículo es el lugar donde ambos personajes congenian y se sinceran. La intimidad del coche permite que durante los viajes debidos al trabajo actoral de Kafuku, él y Misaki, su chófer, compartan vivencias y reflexiones sobre sus vidas.
Es decir, Drive my car parte de los trayectos con el Saab para contar una historia sobre un viaje interno, una catarsis que ocurre de manera constante pero pausada. Quizá sea precisamente esa calma lo que pueda exasperar a más de un espectador, pues la narrativa y el ritmo son lentos y alargan la duración de la película hasta los 180 minutos. Puede que el viaje físico e interior también lo haga algún espectador impaciente.
Pura BSO murakamiana
Si el lector ha leído la obra de Haruki Murakami sabe que el escritor japonés es un fan acérrimo de la música en general y del jazz y The Beatles en particular. Por esa razón el título del relato y de la película alude a una canción del grupo de Liverpool. Más allá de eso, Murakami otorga muchísima importancia a la música en sus libros y el film no ha querido ser menos.
La BSO de Eiko Ishibashi consigue plasmar de manera brillante el espíritu de la obra del escritor y acompaña a las imágenes de la película para construir un tapiz en el que lo visual y lo auditivo crean una atmósfera que sabe captar lo mejor de la escritura de Murakami al mismo tiempo que construye su propia identidad.
Conclusión
Drive my car, galardonada con diversos premios, es una película especial. La adaptación del cuento homónimo de Haruki Murakami consigue narrar una historia sencilla a la vez que profunda con un ritmo pausado. La relación entre los personajes principales y la delicadez con que está filmada la hacen destacar como una de mis películas favoritas de este año.
La BSO, el equilibrio entre el material literario original y el alma propia de la película, hacen de Drive my car una película única. A pesar de sus tres horas de duración es un film que merece ser visto.
Fuente: Guillem Uceda i Oliver, de Cinemagavia.