«Lunana, un yak en la escuela»: una sorpresa desde Bután
La más sorprendente nominación a los Oscar de los últimos años llega a nuestras salas este viernes 22 de julio.
Una película butanesa viaja a Hollywood
Bután es uno de los países más pequeños y de menor población del planeta. Su territorio, que linda con China y la India, no tiene salida al mar, y sus habitantes se dedican en su mayor parte a la agricultura. Este reino budista cercano al Himalaya, desconocido u olvidado por la mayoría de gente, fue, a pesar de esta aparente insignificancia, uno de los nominados al galardón de Mejor Película Internacional en la última edición de los Premios Oscar.
Para sorpresa del público, que es ajeno por completo a la reducida producción cinematográfica del país asiático, Lunana, un yak en la escuela fue uno de los nombres que, junto a títulos como Fue la mano de Dios o Drive My Car, figuraban entre los nominados a uno de los premios de cine más importantes a nivel mundial. Así pues, la ópera prima de Pawo Choyning Dorji postulaba al mayor reconocimiento internacional que puede recibir una película.
Este sorprendente éxito superaba con creces todos los galardones que hasta entonces cosechaba el país a nivel cinematográfico, como pueden ser los del director budista Khyentse Norbu, quien había ganado reconocimientos en Toronto y en el Festival de Tribeca con sus películas La copa y Vara: a blessing respectivamente.
Un milagro logístico
Lunana es una pequeña aldea situada a 4.800 metros de altitud, en la que no hay electricidad y a la que tan solo se puede acceder emprendiendo una caminata de ocho días desde la localidad más cercana. A ella es enviada el profesor protagonista de esta historia que para ser rodada requirió de una planificación compleja y de un esfuerzo mayúsculo.
El equipo de rodaje de Lunana, un yak en la escuela tuvo que hacer uso de unos 75 burros para trasladar todo el material. Una vez allí, y ante la ausencia de electricidad, debieron servirse de la luz solar para recargar las baterías que les permitían rodar. Los 35 miembros involucrados en la película hicieron un gran esfuerzo por retratar uno de los lugares más recónditos, especiales y desconocidos no solo de su país, sino del mundo entero.
En busca de la nominación
Para una industria cinematográfica con escasa demanda interna, limitada infraestructura de proyección y que produce como mucho una treintena de películas al año (en España se producen alrededor de 250 cada temporada) buscar una nominación al Oscar es casi tan impensable como guardar toda el agua del mar en un cuenco. Sin embargo, y pese a tener todo en contra, el intento de Lunana, un yak en la escuela fue exitoso. La segunda película que Bután presentaba a la Academia de Hollywood (la primera fue La copa, ya nombrada con anterioridad y dirigida por Khyentse Norbu) terminó por cautivar a los miembros, que le otorgaron la nominación.
El logro no es menor. La película fue rodada con un presupuesto de 300.000 dólares, cifra que es mínima con respecto a las que manejaban sus competidoras. El milagro se obró gracias a su sensibilidad y humildad, que fue percibida y apreciada a miles de kilómetros de distancia.
La crítica es unánime
Lunana, un yak en la escuela ha sido descrita por los críticos como una ‘feel-god movie’. Se trata, pues, de una ‘crowd-pleaser’ o, en otras palabras, de una película sencilla, nada pretenciosa, emotiva y amable con el espectador. Esta cinta, que con su humildad conquista sin ambages, tiene todos los ingredientes que convirtieron a CODA en un éxito. En este sentido, no es de extrañar que estuviese nominada en la misma edición en la que la cinta estadounidense triunfó llevándose el Oscar a Mejor Película.
Lunana, un yak en la escuela será el primer encuentro del gran público con el cine de Bután. Se estrena este viernes 22 de julio y su éxito de seguro marcará un precedente para que más películas de este país lleguen a nuestras salas en el futuro.
Pablo S. Lucientes
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