«Spencer»: La princesa y sus demonios

Una de las películas más esperadas de 2021 es Spencer, de Pablo Larraín. Este biopic basado en la vida de Diana, la que fuera princesa de Gales, ha llamado la atención del público y crítica desde el principio. Además, se ha deshecho en elogios hacia su actriz principal, Kristen Stewart, por su gran trabajo en torno a Lady Di. Estuvo presente en el Festival de Cine de Venecia, donde optó al León de Oro a la mejor película. Por otra parte, se alzó con el premio a mejor actriz en el Festival de Cine Internacional de Palm Springs. Llega a España este 19 de noviembre en la gran pantalla. ¿Será uno de los largometrajes que se paseará en las nominaciones de los Premios Óscar?

Spencer

Sinopsis de ‘Spencer’

Spencer es un deslumbrante e inspirado retrato de la princesa Diana. Lo que debería ser un maravilloso respiro navideño con sus hijos en la finca de Sandringham, en cambio, se convierte en una sucesión de obligaciones no deseados. Mientras tanto, el Príncipe Carlos de Inglaterra está retozando abiertamente con Camilla Parker-Bowles, lo que obliga a Diana a interpretar el papel implacable de la amada y fiel esposa delante de los paparazzi que siguen cada uno de sus movimientos. ¿Aceptará su posición o se revelará y por fin vivirá su vida tal y como desea? Pablo Larraín vuelve a poner el foco en una mujer icónica. Una a quien millones de personas admiraban, pero pocos conocían; el icono, la leyenda y la mujer: Diana.

Spencer

Una fábula tenebrosa

El legado histórico que dejó Diana de Gales tras su triste desaparición sigue manteniéndose intacto, siendo una de las personas más influyentes de la cultura popular. Por tanto, Steven Knight tenía la difícil tarea de retratar de una manera genuina su figura en Spencer. Este biopic se deshace de la intención de contar la vida y obra de la que fuera princesa de Gales, para centrarse en un espacio temporal reducido. Con lo cual, le permite exprimir aún más el carácter elegante y humano, que muchas veces se obvia en este tipo de personajes históricos. Según transcurre el film, se observa una interpretación de la personalidad de Diana, que no se había planteado de esta manera previamente. Por lo que, indudablemente, se disfruta de una estrategia más arriesgada, que va más allá de los tópicos. Se ve una Diana deslenguada, irreverente y reivindicativa.

Por estos motivos, el retrato que se dibuja obtiene un alto valor en el efecto que provoca en el espectador, que ya no la ve como un mito, sino como una mujer que tuvo enfrentarse a sus miedos más reales. Gracias a ello, se elimina esa necesidad de estar a la altura de la importancia social y cultural que tiene, para adentrarse en una vorágine emocional y frágil de lo que supuso para esta mujer enfrentarse a la mismísima familia real británica. Por tanto, regala una perspectiva llena de matices, descarnada. Sin embargo, toda esa estrategia narrativa se corrompe levemente en la reiteración del trauma y de la posible intranquilidad de Diana. Además, se pierde en esa desesperación, donde, en varias ocasiones, se extralimita en la obsesión, rozando una exageración que deja una sensación agridulce en el espectador. El dolor se comprende absolutamente, no necesita de estos artificios.

Diamond Films

Solo Diana

Kristen Stewart consolida su carrera como actriz, alcanzando uno de sus mejores trabajos en la gran pantalla. La actriz se deja la piel, el alma y su esencia en Spencer, transformándose al máximo en Diana. En primer lugar, señalar el gran reto que es dar vida a un icono como fuese la llamada “Princesa del pueblo”, por la simbología que hay extendida a nivel social. Sin embargo, Stewart enfrenta esos miedos y se mimetiza en ese remolino sensitivo, donde cuida todo tipo de detalles en torno a la figura de Lady Di. Desde aquellas miradas tímidas y apagadas frente a la prensa, hasta esa retracción frágil en su manera de caminar o de posar. Igualmente, ese carácter imponente, pero grácil, culminan el trabajo de Stewart. También es importante subrayar su excelente labor en relación a la voz, a la dicción y a los dejes que identificaban a la princesa.

A pesar de una caracterización que no se asemeja al completo, Stewart hace que su actuación complete esa transformación, haciendo que el público al mirarla vea a la mismísima Diana Spencer. Por ello, el peso dramático de la cinta la sostiene casi en su totalidad Stewart, triunfando y siendo de lo mejor del film. Por otro lado, valorar el trabajo de Timothy Spall y Sally Hawkins, que equilibran esa pasión exquisita de Stewart con unas interpretaciones más racionales. Mientras que Spall realiza una labor impoluta con su expresividad, Hawkins saca partido a toda esa naturalidad y luminosidad que ronda por su trabajo en pantalla. Por último, aplaudir el trabajo de Jack Nielen y Freddie Spry, en especial el primero, demostrando que el talento joven tiene mucho que ofrecer delante de una cámara. Únicamente, Jack Farthing no termina de dar todas las aristas que pudiera a su Carlos.

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La onírica visión del trauma

Pablo Larraín es uno de los realizadores más punteros de los últimos años, sobre todo, por su gran labor en la artesanía de la imagen. El director demuestra en Spencer tener una experiencia exquisita en la confección de lo visual. Si ya en trabajos previos había expuesto un gusto especial, en este biopic saca partido a la idiosincrasia relacionada con la realeza, para convertirse en una perfecta metáfora de la jaula de oro. La fotografía no escatima en detalle, con un cuidado de la posición, de la iluminación y del impacto que suscita entre los espectadores. Asimismo, fomenta ese efecto envolvente, con un grano que lleva a esa nostalgia de antaño, redondeando este aspecto técnico. Lo mismo sucede con la dirección de arte, la cual traslada al público a ese ambiente palaciego, entremezclado con la pesadumbre y el dolor de su protagonista. Esa dualidad es el leitmotiv estético del film.

Pese a aquellos aspectos menos fuertes del guion, la forma en la que ha sido llevada a la pantalla, hace que se suplan de una manera efectiva estas flaquezas. Dicho de otra forma, la imagen de por sí cuenta la historia, ante una poesía visual y artística que atrapa al espectador sin ningún problema. Como detalle a mejorar, no siendo en absoluto determinante, hay una fijación constante de la pomposidad, como con la comida, que podría no necesitar tantos minutos en la película. Por otro lado, la música es extraordinaria, con una composición en consonancia con ese tormento delicado. Se siente ese oleaje sonoro, donde se combinan una fuerza arrolladora frente a una energía tenue y lúgubre. Por último, el montaje demuestra el talento de Larraín como artífice de la cultura cinematográfica, dado que convierte una película biográfica en un homenaje a una mujer que era más que su leyenda.

Spencer

Conclusión

Spencer es una oda mágica visualmente que va más allá del mito de la figura de Diana Spencer. El guion presenta un recorrido por el trauma y la pesadilla, comprendiendo la cárcel dorada que atravesó a la británica durante una época importante de su vida. Asimismo, se agradece romper con la perfección de los héroes, para traer una Lady Di deslenguada, irónica, natural… En conclusión, real. Para ello, ha sido necesario el excelente trabajo de Kristen Stewart, quien consolida su talento como actriz y regala una Diana de Gales impoluta, llena de sensibilidad, fuerza y verdad.

No se queda atrás el despliegue técnico y artístico, con un trabajo detallado, atrayente y cautivador de Pablo Larraín, que deja al espectador sumido en una estética distinguida e hipnotizante. Más allá de Lady Di, la princesa de Gales, o Diana, existía Spencer, siendo una carta de amor cinematográfica a una mujer que necesitaba ser escuchada desde la imperfección.

Fuente: Diego da Costa, de Cinemagavia.