«Fallen Leaves»: Kaurismäki y la comedia romántica

El amor es el tema central del último largometraje del realizador finlandés, cuyo estreno está programado para este miércoles 27 de diciembre.

Amor atemporal, attrezzo anacrónico

Un café de Starbucks se cuela en el plano de un capítulo de Juego de tronos. El error se vuelve viral, ¿cómo es posible en una serie fantástica de contexto medieval? Es común en el cine encontrar anacronismos estéticos: vestimentas demasiado modernas para la moda de la época que se retrata, música pop en la corte del rey, arquitecturas imposibles o avances tecnológicos increíbles. Pero lo que en muchas ocasiones se ve como un error de cálculo algunxs cineastas lo consideran una oportunidad para dar mayor profundidad a sus imágenes.

El anacronismo, sobre todo en el cine europeo (como ha señalado Manu Yáñez echando mano de autores como Didi-Huberman o Jacques Ranciére) puede ser un síntoma, un recurso que moldea el tiempo para hacernos conscientes de la conexión entre diferentes épocas o sentimientos que se repiten y que quizá nunca nos han abandonado. Se pueden encontrar en autores como Pietro Macello o Christian Petzold, cuya película En Tránsito adapta una novela sobre el nazismo que conecta a través de sus recursos estéticos con el tema de los refugiados en la actualidad.

Un autor que ha integrado desde siempre, con sus bares de antaño y sus teléfonos fijos, el anacronismo en su estilo es Aki Kaurismäki. El corazón de sus historias (en el caso de Fallen Leaves, el amor) conecta con los espectadores por ser atemporal, pero su uso del anacronismo es disruptor, en parte para generar imágenes con cierto patetismo, en parte incluso para generar gags cómicos (el protagonista de su última película pierde el número de su amada y le recomiendan buscarlo en la guía telefónica). En última instancia este recurso busca servir de denuncia para los temas que siempre le han obsesionado: el capitalismo extremo, la guerra y la inmigración.

Aki Kaurismäki

Comunista desencantado, víctima o defensor de un pesimismo crónico aunque con un ímpetu por reconstituir la justicia social, Aki Kaurismäki es un cineasta irónico, sí, pero también tremendamente combativo. Finlandés, su cine se caracteriza por su vocación social y proletaria, que busca denunciar las injusticias de un capitalismo cada vez más extremo. Fan de la literatura ha adaptado a su manera, con su estilo propio, novelas de Dostoyevski y obras de Shakespeare al tiempo que ha entretejido relatos de inmigración con películas románticas.

Este año regresa con Fallen Leaves, que le ha valido su segundo premio FIPRESCI en Cannes y que promete ser una de las más bellas películas del año. Su historia trata sobre un alcohólico y una explotada trabajadora que se encuentran en medio de un contexto gris y hostil para empezar a quererse. Una oda al amor salida del desencanto nunca desesperanzado de un director único.

Recibimiento

El último largometraje del realizador finlandés pasó por Cannes, donde fue premiado y alabado. La crítica mundial se rindió a sus pies tildando la película de obra maestra. Es sencilla, poética, quizá no muy innovadora con respecto a lo que el autor nos tiene acostumbrados, pero tremendamente poderosa. Su protagonista (Alma Pöysti) fue nominada a los Globos de Oro, así como la película, que también se encuentra en la shortlist para el Oscar a Mejor película extranjera.


La melancolía otoñal de Fallen Leaves llega a salas este miércoles 27 de diciembre.