
La buena letra
La buena letra
La buena letra es una película española dirigida por Celia Rico Clavellino, estrenada en 2025, que adapta la novela homónima del escritor Rafael Chirbes. La historia se sitúa en la España de la posguerra, concretamente en un pueblo valenciano, y gira en torno a Ana, una mujer humilde perteneciente al bando de los vencidos, que ha vivido gran parte de su vida marcada por el silencio, la represión y el sacrificio personal. La película reconstruye su experiencia vital desde la memoria, en una especie de testimonio íntimo donde lo que no se dice pesa tanto como lo que se verbaliza.
Loreto Mauleón, en el papel de Ana, ofrece una interpretación contenida, profunda y muy emocional, dando vida a una mujer que, como muchas otras en la historia reciente de España, sostuvo a su familia en tiempos difíciles sin reconocimiento ni voz propia. El reparto lo completan Enric Auquer, como Antonio — el cuñado de Ana que regresa inesperadamente tras haber sido dado por muerto en la guerra—, Roger Casamajor como Tomás, el marido de Ana, y Ana Rujas en el papel de Isabel, la joven esposa de Antonio. La aparición de esta última desestabiliza la rutina familiar y revela la tensión latente entre lo que se ha perdido y lo que nunca se pudo decir.
La dirección de Celia Rico se aleja del dramatismo explícito o la reconstrucción histórica grandilocuente. En su lugar, opta por una narrativa íntima y cotidiana, en la que pequeños gestos, miradas o silencios adquieren un enorme peso simbólico. A través de una estructura narrativa dividida en tres actos, la película ofrece una visión clara y conmovedora del trauma silencioso que vivieron muchas familias durante y después de la Guerra Civil. La ambientación, austera pero muy cuidada, transmite la opresión de la época sin necesidad de subrayarlo constantemente.
El aspecto técnico también merece mención. La fotografía de Sara Gallego construye imágenes contenidas, frías y sutiles, que refuerzan el tono sobrio del filme. Por su parte, la música de Marina Alcantud acompaña con delicadeza, sin buscar protagonismo, respetando el ritmo pausado que define la película. El guion, adaptado por la propia directora, mantiene la esencia literaria de Chirbes, dotando a los diálogos de un tono contenido, reflexivo y, por momentos, poético.