Sinopsis
Con la revolución de 1917, el arte ruso abrió una vía de experimentación
sin precedentes. Se debatió la importancia de todo el arte burgués anterior a la llegada
de los bolcheviques. Se inventó incluso un nuevo montaje descrito por Eisenstein como
un choque de planos frente al viejo montaje de ladrillos de David W. Griffith. La
llegada de Stalin ahogó los movimientos de vanguardia, imponiendo el realismo
socialista.